La fama de Siracusa está conectada con su historia griega, desde cuando la polis mandaba los mares luchando con el dominio de los cartagineses y romanos hasta llegar a ser el primer gran imperio de Occidente.
De aquel período nos quedan muchos monumentos, como la famosa Fuente Aretusa, una fuente de agua dulce en el corazón de Ortigia que nos cuenta la historia mitológica de Aretusa y Alfeo.
Durante la dominación de Dionisio I el Grande, la ciudad creció y creó sus colonias por Italia: Ancona, Adria, Issa. En el siglo V el Mar Adriático era un mar de Siracusa.
Dentro de su área arqueológica Neapolis, que es el antiguo corazón de la ciudad, se encuentra el Teatro Griego, uno de los más grandes del mundo, en el que las representaciones teatrales animaban la vida cultural y política de la ciudad.
Hoy es el lugar principal donde poder asisitir a las más importantes representaciones clásicas (cada año entre mayo y junio). Así como la “Oreja de Dionisio”, cueva artificial de caliza cavada en la colina y donde en verano se hacen espactáculos de gran calidad.
Otro lugar que hay que ver es la isla de Ortigia ( L’Ottiggia o U scuogghiu en dialecto de Siracusa), que es la parte más antigüa de la ciudad. Su nombre deriva del griego antigüo ortyx(ὄρτυξ) y significa “codorniz”.